domingo, 3 de junio de 2007

Los obtusos


Desde el punto de vista geométrico, y sin atender mucho a razones
morfológicas, existen personas rectas, semirrectas, agudas y
planas, por supuesto sin pretender agotar con este listado todas las posibilidades que nos ofrece el estudio de las figuras.
En algunos casos, cuando la abscisa de la trayectoria vital mantiene una línea que no se curva, al interceptarla en unos ejes cartesianos con la ordenada del comportamiento, obtendremos un individuo coherente.
Si lo vemos girando siempre alrededor de su propio eje de egocentrismo aquél podrá ser circunferencial, secante en el caso en que no tenga más que un punto en común con todos los planos que lo rodean, tangente cuando tocan -a otros planos- pero son incapaces de mezclarse con ellos, poliédricos, convergentes, asimétricos, en fin, es impresionante la variedad de
ejemplares que nos puede ofrecer la fauna humana cuando la estudiamos según las premisas de Euclides.
Pero como yo soy cateto, no definido por la rectitud de mis ángulos -que no son rectos- sino por la palurdez que dibujan mis bisectrices, y como, además, no tengo idea de ciencias exactas, hoy me voy a centrar exclusivamente en los obtusos.
Intentaré demostrar, con una teoría impresentable, que los obtusos oblongan la paciencia - mejor dicho los órganos donde reside la paciencia, haciéndoles adquirir un movimiento pendular muy peligroso- desequilibran la ilusión y finalmente convierten en espacios vacíos el esfuerzo personal.
Siguiendo el método científico tendré que definir obtuso: todo aquel sujeto, de más de noventa grados de estulticia a la sombra, que dedica su tiempo inútil -el obtuso carece de tiempo útil- en convertir los ángulos de sus congéneres en hipérboles de
frustración.
Los obtusos constituyen una casta geométrica en expansión, hacen más ruido del permitido, ensucian calles y aceras, circulan con escape libre, adelantan por direcciones prohibidas, acometen obras que luego "desacometen" cuando tienen posibilidad de mandar, creen que sus brazos abiertos, casi hasta 180º, están en esa posición para recibir, hacen trampa cuando pueden, intuyen que todos los demás son trapezoides sin capacidad de reacción y nunca utilizan el semicírculo para medirse y saber de ese modo si se están convirtiendo en super-obtusos del género depredador.
Los obtusos fastidian la convivencia entre las figuras, convierten
equiláteros equilibrados en isósceles que echan espuma por la boca y cuando redactan lo hacen de este modo: " Faltaba apenas un día para su aniversario de 18 años. Blanca de Nieve fuera siempre muy bien cuidada por los enanitos. Ellos le prometieron una *grande* sorpresa para su fiesta de compleaños. Al entardecer, llegaron. Tenian un brillo incomun en los ojos...", luego ponen un título sugerente, como por ejemplo "Ha Ha Ha" y convierten su obra magna en un virus informático.
Los obtusos ignoran, no les importa el conocimiento, que con sus acciones truncan esfuerzos ajenos, que proyectos acunados a lo largo de mucho tiempo nunca verán la luz, dejando en los autores un sentimiento de impotencia y con el alma opuesta a sus vértices. Los obtusos no deberían ser geométricos y si pudiese los convertiría en simples funciones, haciéndolos pasar por una
máquina trigonométrica de hacer picadillo.
© Daniel Molini

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