Por los traslúcidos amaneceres del estío
que colman hasta lo impensable mis anhelos
gracias te doy,
y porque miro y veo el aloque del crepúsculo,
el nirvana, el tímido regato que me lleva hasta tu mar.
Porque me basta una gota de rocío
para no pecar de soberbia y creer en lo que creo
gracias te doy,
y por todo lo que es tuyo y yo disfruto,
porque todo tu amor es todo mío.
Porque creo en la candidez de la belleza
que se descubre sin fastos ni algazaras
y es el fulgor, sin más, de tu apostura
gracias te doy.
Así, no importa que la perfección se extinga
si mía es la hermosura inmarcesible
que se acrecienta en tu apacible corazón.
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©MAR / Septiembre2007
miércoles, 12 de septiembre de 2007
Declaración
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