Mira, mi amor, se derraman las nubes,
algodón de tu alma que me sobrevolara:
las gotas que dibujan los mares de la acera,
el hálito vital para una hierba chica.
Mira, mi amor, la gente ¡corre, corre!
y ya faltan los taxis y ya se llena el metro.
Y hoy los colegiales no han de salir al patio,
y las peluquerías bajarán en audiencia.
Mira, mi amor, el agua que resbala
por paraguas, por ropas, por cabezas desnudas,
El agua de la vida, ¡ay, tu sange, ay la mía!
teñida de volcanes, de magma devorado.
© Blanca Barojiana
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