BENDICIÓN
No tengo muchos amigos, que amigos nunca sobran,
pero cada uno de ellos no tiene precio.
Cada uno tiene un abrazo diferente
y un aroma y una risa,
hasta sus caras son diferentes
aunque no tan distintas,
porque todas son bellas.
¿Y sus cuerpos?...también son parecidos,
¿O no son parecidas todas las cajitas que guardan
un bonito y valioso tesoro?
Yo estoy harto de ver en las joyerías esas cosas.
Sólo al abrirlas se encuentra la diferencia.
Cada uno con su calorcito diferente
cada uno con su mirada en ojos bien distintos;
una mirada que es como un espejo tibio.
En él,
te ves mejor de lo que eres
porque te dan lo mejor de cada uno de ellos.
No tendré muchos amigos...pero aunque nunca sean demasiados,
para mi son suficientes.
Y con ellos nunca estás sólo,
todos quedan a la distancia de un pensamiento,
que es menos que a la distancia de una llamada de teléfono.
Siempre están allí donde estés
y si necesitas algo
allí los tienes sin que los llames.
Espantan el miedo; todos los miedos.
Y traen a la casa, cuando vienen,
bollitos de miel y leche
con aroma de azahar.
A su lado abunda el té,
la canela y las estrellas de anís.
Pero lo que mejor saben hacen los amigos es
detener el tiempo.
Lo detienen que es una maravilla.
Cuando casi ni te das cuenta,
ha pasado una eternidad en una tarde
y a veces mucho más.
Un abrazo, para ellos, y un beso
para quienes lo necesiten
en esta noche blanda
febrerina y clara
de luna
llena.
© GATOFÉNIX
FEBRERO 2011
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