Mis senos con tus senos,
mis labios con tus labios,
la catarata se precipitó
como si fueras mía.
El edredón nos libró del frío,
y como si un destino acechara al otro
al mismo tiempo nos amamos.
Nadie me había besado como tú.
-No seas celosa- te dije,
pues tal vez siga volando
de aquí a la aurora.
El sol nos transformó
en cariátides.
En la misma columna,
un solo cuerpo,
los mismos sentimientos.
ROSARIO VALCÁRCEL
LAS MÁSCARAS DE AFRODITA
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