Vuela, vuela…
Vuela la graja en el cielo
y parece su vuelo
dulce fantasía.
Sube, baja,
gira formando figuras,
remonta la altura
y vuelve a bajar.
Eres libre en tu vuelo,
qué envidia me da el mirarte
lejos del mar, cerca del sol
¡qué pena por no alcanzarte!
Desde los trigales del recuerdo,
emerges tú volcán alado,
abrazando la memoria de nostalgia,
cenizas tal vez entre suspiros verdes;
noche iluminada en el ocaso
por un sol, émulo ardiente de tu pico.
Mi espada de madera, entre las nubes,
recorta su figura
en el andar del viento.
Tus alas, tus plumas, tu lava
buscando el agua
querrían embarcarse
en esa costa, que a mí
me dijo adiós desde la espuma.
Todavía en mi cuna
quedará el aroma de los ecos,
habrá retazos aún de tu sonido
y está desde la aurora deambulando
tu susurro vital por mis sentidos.
© Francisco Viña Ramos
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