domingo, 3 de febrero de 2013

A LA ORILLA DE LA CHIMENEA


Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños,
puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo,
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.

Y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino…

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor
que me falta valor para atarte a mi cama,
puedo ponerme digno y decir
“toma mi dirección, cuando te hartes de amores
baratos de un rato… me llamas”.

Y si quieres también
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu “ven”,
tu manta y tu frió,
tu resaca, tu lunes, tu hastío…

O tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda,
en mitad de la calle y desnuda.

Y si quieres también
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe
tu noche y tu día.

Tu rencor, tu por qué, tu agonía…
o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.
                                           
 Joaquín Sabina
“A la orilla de la chimenea 


1 comentario:

Narci M. Ventanas dijo...

Dios o diablo, siempre Sabina, y que no nos falte.

Besos