domingo, 17 de febrero de 2013

ÁNGEL GONZÁLEZ



Poeta, catedrático y ensayista español nacido en Oviedo en 1922.
Su poesía, llena de contrastes, discurre entre lo efímero y lo eterno, características que llevan al lector 
a divagar y soñar en los temas del amor y de la vida.
Fue maestro nacional, licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo y periodista por la Escuela Oficial 
de Periodismo de Madrid. Enseñó Literatura Española Contemporánea en la Universidad de Alburquerque, USA, 
habiendo sido profesor visitante en las de Nuevo México, Utah, Maryland y Texas.
Miembro de la Real Academia Española, fue galardonado, entre otros, con el Premio Antonio Machado en 1962, 
el Premio Príncipe de Asturias en 1985, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1996 y el Primer Premio 
Internacional de Poesía Ciudad de Granada
 en el año 2004.
De su obra se destacan los títulos: "Áspero mundo" 1955 , "Sin esperanza, con convencimiento"1961, "Grado elemental" 
en 1961, "Tratado de urbanismo" 1967, "Breves acotaciones para una biografía" 1971, "Prosemas o menos" 1983, "Deixis de un fantasma" 1992 y su último libro, "Otoño y otras luces" 2001.
Falleció en Madrid el 12 de enero de 2008.

En mi opinión, el mejor poema de amor que conozco.

ME BASTA ASÍ

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta)

© ÁNGEL GONZÁLEZ
1922 - 2008






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