Por la tierra injusta estaba la mujer de piel y ojos mansos y oscuros.
El sol era su dios y la lluvia una desconocida.
Una mujer libre que ignoraba la primavera y anhelaba la mar con su nombre hermoso y un deseo permanente.
Sus manos derramaban arena como quien sosiega el quicio de su alma.
Cuántas veces traspasaba esa casa que era su desierto y llevaba con vehemencia el viento traspasando el océano en ese aire que, perdido y sin remedio, se refugiaba en esos rincones de las islas, contemplando la mar y en las que permanecía unos días neblando por completo el todo que abrazaba.
Su nombre resonaba entre los isleños acostumbrados a ella: Calima.
· La calina o calima, es un fenómeno meteorológico consistente en la presencia en la atmósfera de partículas muy pequeñas de polvo de arena en
suspensión.
suspensión.
6 comentarios:
Qué belleza, Ana, casi la has convertido en un ser de carne y hueso al que pudiésemos abrazar y sentir su tacto sin que se nos escurra entre los dedos cortándonos la respiración.
Besos
Esa era la idea, una mujer se convierte en calima.
Gracias por tu hermoso comentario.
Cariños
Hola Anais!,
Con cuanta belleza personificas a esa "odiosa" calima que nos invade cuando sopla le siroco.
Me encantó.
Un abrazo!
Gracias Pilar.
Me alegra que te guste y me halaga viniendo de ti que escribes maravillosamente bien.
Besos bonitos
Madre mía Ana, me he quedado muda, que preciosidad de relato, escribes como los dioses, si no te importa, le voy a dar el enlace a una amiga, para que te conozca, besos, y gracias por visitar el mío.
Bueno, bueno... salió más o menos bien. Releyéndolo ya vi algunas cosillas que hay que corregir y esto me pasa mucho.
Me alegra que te guste y puedes dar el enlace sin problema.
Disfruté mucho con el tuyo, artista.
Besos azules
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