De tus rojos labios, tomar quisiera
El dulce néctar, de tu risa loca,
Y saboreando el placer de tu boca,
No me importaría, que la muerte viniera.
Aún muerto..., mi rígido cuerpo
Se negaría a dejar de mirarte,
Ni una hora, ni siquiera un instante.
Cuando la lápida oculte mi cuerpo,
Y mis ojos lloren al no contemplarte,
Veré como llegas..., con los ojos abiertos.
2 comentarios:
Gracias por recordarme, Anais.
Con todo mi cariño.
Emilio.
Nunca te olvido, mi querido niño manchego.
Muchos besos
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