Jardín futuro
La mirada del jazmín no perturbaría la paz de tu sonrisa y unas euforbias me servirían bien para vestirte con mis brazos de piel y de ternura. Después, los pensamientos gozarían al ver nuestro descanso oyendo la cascada: aire y agua. Murmullo. Labios. Tú.
Si ese fuera realmente el parque del futuro, el entorno se llenaría al
instante de la voz de Rosana cantando "Contigo" (como pasaba en las
películas de antes, cuando el cine era de magia todavía).
Tras de un beso azul intenso (las lilas, envidiosas, desviarían la mirada) tomaríamos por la vereda de camelias unidos de la mano. Probablemente yo te contaría historias divertidas para poder oír la hermosura de tu risa. Y te diría te quiero dos veces seguidas.
No creo que las adelfas se enfadaran porque dejara de mirarlas para sentir tu boca en beso. En tales circunstancias el sol, que se habría dormido un rato antes detrás de una nube, se uniría a la tarde y haría brillar rosas amarillas y tulipanes rojísimos. Quizás estrenásemos tendidos la nueva sombra del tilo de la fuente, donde me gustaría apretarme a tu pecho y preguntarte si desearías como yo que el tiempo se durmiera.
Al final, en el estanque de nenúfares, el brillo de tus ojos realzaría los
reflejos del agua y al verte todo el jardín sabría quien era allí la más
hermosa.
Octubre 2000
Si la mar fuese jardín pasearía contigo llenándola de rumores y
aromas.
Piel a piel, la espuma, arrullaría brillos de azul y luz.
Las caracolas sonrientes, observarían, celosas, las caricias
resguardadas.
Si la mar fuese jardín, olvidaría la palabra melancolía.
Si la mar fuese jardín, las huellas, hechas una, prenderían de fuego
la arena.
Si la mar fuera jardín la sembraría, beso a beso, en olas de almohada.
© Maresía
Octubre 20000
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