lunes, 30 de mayo de 2011

TANGO

Por mi cintura llena
de palomas en celo,
resbalaban las notas
del bandoneón angélico.
La cadencia llevaba
tu mano por mi cuerpo.

Los duendes de la sombra

deshojaban recuerdos.

Reía Buenos Aires
con luces hacia el puerto
una risa cautiva
de melodiosos verbos.
Tu corazón latía
como caballo intrépido;
desbocado de lunas
sobre mi tibio aliento.
El tango con sus notas
nos envolvió en un lento
revuelo de nostalgias,
apurando silencios.
Muchacho de la noche,
tus dedos en mi pelo
despeinaron estrellas
y estrenaron desvelos.
Quietos, todos miraban
el dibujo geométrico
de tu pie con el mío
sobre el patio del tiempo.
El tango nos llenaba
la boca de secretos.
Buenos Aires lloraba
con sus calles al viento,
mientras en mi cadera
florecía un incendio...

©Gloria Gayoso


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