viernes, 10 de junio de 2011

ANTONIO MACHADO Y GUIOMAR

De mar a mar entre los dos la guerra...

De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú, asomada, Guiomar, a un finisterre,

miras hacia otro mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mi me duele tu recuerdo, diosa.

La guerra dio al amor el tajo fuerte.
y es la total angustia de la muerte,
con la sombra infecunda de la llama,

y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío.

“Canciones a Guiomar”

Ocurre el milagro a principios de junio de 1928, cuando la poetisa madrileña Pilar de Valderrama, de 39 años, llega a Segovia con una tarjeta de presentación para Machado.

Valderrama es ferviente admiradora de la poesía de Machado. "Le leía con tanta frecuencia", recuerda en su autobiografía Sí, soy Guiomar (1981), "que yo que nunca tuve en la memoria ni los versos míos, me sabía los suyos de tanto repetirlos en silencio". En el mismo lugar dice que unos meses antes de conocer al poeta le había mandado un ejemplar de su nuevo libro de versos, Huerto cerrado, publicado en Madrid y no recibió contestación.

"No puedo expresar la emoción que tuve al encontrarme con él y estrechar su mano. Era el poeta tan admirado el que estaba ante mí, con su desaliño, sí, pero con un rostro bondadosísimo, una frente ancha y luminosa, una cabeza, en fin, admirable sobre un cuerpo alto, desgarbado y poco atractivo. Al verme, no supe qué pasó por él, pero advertí que se quedó como embelesado, pues no cesaba de mirarme y apenas habló para decirme cuánto sentía estar tan ocupado con los exámenes, que no podía acompañarme ni atenderme como sería su deseo. Añadió que dos días después terminaba su actuación en el tribunal y tenía que irse ineludiblemente a Madrid, lo que lamentaba, pues le agradaría verme y serme útil".

Valderrama le invita a cenar con ella en el hotel a la noche siguiente. El poeta acepta gustoso. Apenas come. Apenas habla. No hace más que mirarla. "Después de la cena", sigue contando la escritora, "como hacía una magnífica noche de fines de junio, estrellada y tibia, no recuerdo si él o yo, propusimos un paseo hasta el Alcázar". Durante el mismo explica al poeta que está atravesando por momentos amargos, sin contarle "exactamente los motivos".

Machado en sus poemas la llama Guiomar, hermoso nombre por cierto, para no desvelar su identidad al ser ésta una mujer casada.

Como se puede leer más arriba, cuando en 1981 publica Sí, soy Guiomar, se desvela totalmente la incógnita.

Separados por la guerra, fue un amor otoñal en el que se intercambiaron epístolas. Ella recuerda tener más de 240 cartas en siete años, de las que sólo se conservan algunas.

Como ya sabemos, falleció en Collioure, Francia, en 1939.

En el bolsillo de su americana encontraron un papel doblado con dos versos (cito de memoria)

“Este sol de la infancia

Estos versos azules”

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