martes, 23 de agosto de 2011

EL CABALLO DE LA TARDE



EL CABALLO DE LA TARDE

                        galopaba por la arena.
Corre, corre
cara al viento
con el sol  testigo cierto.
                                Pero el sol se hizo luna
y el caballo la miró,
tristemente,
dulcemente,
de nuevo la luz buscó.
Corre ahora desbocado,
escúchalo,
míralo,
¡viene!
Sus coces dan en el alma,
fuertes,
duras,
busca la paz que no  tiene,
por sus huellas,
por el aire...
¡¡La esperanza lo mantiene!!
Ó Ana I. Hernández Guimerá
             

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