Se alzaba el sol, tenía
ella un libro en sus manos.
Del rosal aterido nacía
un capullo encarnado.
Igual el corazón, tras el invierno
y el desamor helado,
pueda encender un sueño
al temblor de unos labios.
ella un libro en sus manos.
Del rosal aterido nacía
un capullo encarnado.
Igual el corazón, tras el invierno
y el desamor helado,
pueda encender un sueño
al temblor de unos labios.
© Blanca Barojiana
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