viernes, 1 de junio de 2012

ROMANCILLO DE LA NIÑA



Por la vereda
baja la niña.
Por la vereda
baja tranquila.
Color de cielo
es su sonrisa.
Rumor de nardos
tan cristalina
como su voz
que en la campiña
va despertando
mil melodías.

Por la vereda
baja la niña.
Ojos rasgados.
Verdes pupilas.
Sobre sus hombros
una mantilla
azul de mar
y seda fina. 

- ¿Adónde vas
tan sola, niña?
¿Adónde vas
con tanta prisa?

- Me voy al pueblo
a oir la misa.
Arde en mis ojos
la sed divina.
Quiero en mis manos
agua bendita.
Quiero tener
por siempre mía
la paz del alma.
Son mis rodillas
dos nardos rotos.
Dos rosas frías.

Por la verdea
sigue la niña.
Por la vereda
que va a la misa.
Lleva en su boca
de maravilla
una oración
y diez sonrisas.
 
Levanta el sol
su luz antigua
sobre los campos
y las marismas.
Mientras, la aurora,
sueña dormida
bajo la plata
del nuevo día.

Cerca del río
la hermosa niña
hace un gran ramo
de florecillas.

- Son para ti,
virgen María.
Son para ti,
virgen Santísima.

              
 Cielos de oro,
rumor de ninfas
entrelazados
dan a la niña
cálidos besos
en las mejillas.
 
Entra en el pueblo
la dulce niña.
La espera un ángel
en cada esquina
para llevarla
hasta la ermita
montando alegre
corcel de brisa.

¡Mi pena es honda
como una sima!

       Terrassa, mayo l954
© Ángel Cazorla Olmo


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